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domingo, 21 de julio de 2013

Que me marcho con cualquiera pero vuelvo siempre contigo, a rondar por la rotonda de tu ombligo.

Aquí sentada, mirando al cielo, me he dado cuenta de que el amor viene y va, nunca permanece en un mismo sitio. Cuando dos cuerpos se unen, la magia llega a ellos y se transforman en uno, pero basta sólo con una corta distancia para hacer que aquello se termine de separar, es extraño como en tan poco tiempo se pueden llegar a sentir tantas cosas y que a la vez sean tan contradictorias, como llegar a hacer que algo que parecía tan fuerte se desmorone. Nadie sabe lo que le espera, ni lo que pasará, nadie que busca el amor lo encuentra, sólo hace falta dejar de buscarlo para que él te encuentre a ti. Mi corazón se quedó por aquellos lugares que tanto disfrutábamos, abrazado al tuyo, intentando ser feliz, cosa que nadie había conseguido hasta entonces, siempre estará allí y de eso estoy segura. Quizás me haya dado cuenta de esto porque el cielo era quién nos arropaba cada noche, o porque siempre fue testigo, simplemente sé que mi cabeza no encajará nunca en ningún hombro tal y como lo hacía en el tuyo.

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